Orando por nuestros hijos

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Una de mis historias misioneras favoritas es la de Hudson Taylor. Hay una parte que me impactó mucho y quiero compartirla con ustedes. Cuando Hudson era un adolescente, se había rebelado en contra de las enseñanzas cristianas de las que había sido rodeado por sus padres. Un día, su madre decide ir a visitar a su hermana. Estando allí, decidió orar fervientemente por su hijo Hudson y no dejar de hacerlo hasta el momento que sintiera que Dios le había respondido. Pasó horas de horas derramando su corazón ante Dios y de repente, sintió una paz inexplicable que le aseguraba que Dios ya había obrado en el corazón de su hijo. En ese mismo momento Hudson había encontrado un pequeño tratado con el plan de salvación el cual había tocado lo más profundo de su ser. Así inicia un largo recorrido en su fe, hasta llegar a ser el primer misionero en el interior de la China, que llevó a miles de chinos a los pies de Cristo. (“En lo más profundo del corazón de la China”, Benge, Jannet & Geoff).

Al recordar esta historia, pensaba la importancia de orar por nuestros hijos. El interceder, clamar y presentarlos ante Dios a diario debe ser parte de nuestro ministerio como padres. Nuestro clamor debe ser que sus corazones se vuelquen hacia Él y que entiendan que sus vidas están hechas para llevar gloria a Su nombre.

Nuestros hijos pueden ser criados igual, pero jamás serán iguales. Son como los dedos de la mano, cada uno tiene características propias que los hacen únicos. Los hemos criado bajo las enseñanzas del Señor pero eso no los exime de que en algunas ocasiones sus corazones se pueden desviar de la verdad o les toque pelear con alguna enfermedad o una limitación. Son entes individuales y Dios tiene procesos personales con ellos.

Allí es donde además de nuestro papel de guiarlos en los caminos de Dios (Proverbios 22:6), también debemos ser intercesores fervientes (Santiago 5:16).

Así sea un pequeñito recién nacido o un hijo adulto, nosotros no debemos dejar de orar constantemente por cada uno de ellos. Es nuestro privilegio, no podemos dejarlo en manos de otros. Somos nosotros los que vamos a poner todo nuestro corazón y entrega al presentar a cada uno de ellos, porque los conocemos y sabemos sus deseos y luchas.

Muchas veces vamos a llegar con mucho dolor por situaciones que les este tocando pasar, pero sabemos que al llegar allí, ante Su presencia Él toma todas nuestras cargas y nos escucha. El Señor jamás desprecia un corazón humillado (Salmo 51:17).

Porque Él también es Padre ha puesto el deseo de amar, cuidar y proteger a los hijos en nuestros corazones. Que es solamente una sombra de lo que Él siente por nosotros (Gálatas 4:5).

Cada vez que oremos por nuestros hijos no olvidemos orar diferentes áreas:

1. Espiritual: Es importante que oremos por su salvación, que conozcan a Jesús personalmente y sea su Señor, porque tengan un corazón humilde y reciban lo que Dios tenga que decirles. No importa qué edad tengan nuestros hijos, pueden aprender a escuchar su voz y caminar en su temor (Salmo 16:11).

2. Tentación: Nuestros hijos están siendo bombardeados por un mundo lleno de conceptos erróneos, llamando a lo bueno malo y a lo malo bueno. Debemos de orar porque Dios los libre de caer en tentación, que se mantengan fieles y firmes a lo que el Señor les ha llamado (Mateo 6:13 NTV); que Dios estorbe el pecado en sus vidas y dejen que el Espíritu Santo les hablé y muestre el camino (Juan 15:26).

3.Protección: Que el Señor guarde sus vidas, salud y su integridad, que Él los cubra y proteja de todo mal (Salmo 91).

4.Futuro: El futuro de nuestros hijos está en Sus manos, solamente Él conoce los tiempos que nos toca vivir a cada uno. Por sus parejas, profesiones y sobre todo que permanezcan en los caminos del Señor y sus vidas den la Gloria a Dios.

Posiblemente has orado por mucho tiempo por un hijo en específico y no has visto respuesta, pero recuerda que tenemos un Dios poderoso que escucha y Él responderá en Su tiempo y de acuerdo a Su propósito eterno, no dejes de clamar, Él está allí para nosotros.

“Clama a Mí, y Yo te responderé y te revelaré cosas grandes e inaccesibles, que tú no conoces”. Jeremías 33:3

Zita González de Vásquez

Zita es guatemalteca, esposa y madre , con 17 años de residir en Puerto Barrios Izabal, dirigiendo junto a su esposo David, Mision el Faro, sirviendo al pueblo de Izabal. Maestra y psicóloga clínica.

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