Sirviendo al huérfano en familia

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Siempre creí que una manera fácil de servir al huérfano era juntando un grupo de amigos y organizarnos para llevar una actividad preparada a un hogar de protección, y que luego de eso existía una manera más difícil que era la adopción. Pero en los últimos años he aprendido que no es así.

En la cumbre ACH (Alianza Cristiana para el Huérfano) del año 2017, junto a mi esposa Melissa, escuchamos del programa mentores del ministerio SOMOS, Dios movió nuestros corazones a mentorear a un niño de un hogar de protección. Iniciamos el proceso de capacitación para poder servir de la mejor manera y a las semanas de estar en el programa nos asignaron un niño al cual tendríamos la responsabilidad de mentorear.

La palabra “mentor” no era muy común en mi vocabulario pues aunque tenía muchos mentores (sin yo saberlo) no era una palabra que usara frecuentemente. Pero a medida que empecé a mentorear, me di cuenta de la cantidad de personas que tenía alrededor a los cuales podía acudir para consejos matrimoniales, espirituales, familiares, empresariales, etc.

Iniciamos el proceso realizando una visita al mes, pero estando comprometidos a hacerla para siempre. Actualmente tiene 13 años, lo empezamos a visitar a los 10 años, 3 años pueden ser poco, pero en este poco tiempo hemos podido escucharlo, aconsejarlo, jugar con él, pero sobre todo servirle. Estamos comprometidos a acompañarlo cuando se gradúe del colegio, ayudarlo a escoger una carrera universitaria, ayudarlo a preparar su primer curriculum vitae para su primer trabajo, estar a su lado para siempre. Pero más que todo esto, para poderle recordar el evangelio en cada visita.

Sirviendo al huérfano

Ese es nuestro deseo como familia. Ahora esperamos un bebé junto a mi esposa y nuestro compromiso es que esta relación permanezca, porque no fue un pasatiempo mientras teníamos tiempo libre, fue un compromiso de permanecer para siempre. Queremos poder enseñarle a nuestro hijo que el servir al huérfano no es un requisito para nuestra salvación sino un resultado del mismo.

“15 Pues ustedes no han recibido un espíritu de esclavitud para volver otra vez al temor[i], sino que han recibido un espíritu[j] de adopción como hijos, por el cual clamamos: «¡Abba, Padre!». 16 El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios. 17 Y si somos hijos, somos también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si en verdad padecemos con Él a fin de que también seamos glorificados con Él.” Romanos 8:15-17

Estamos seguros que el servir al huérfano debe ser una característica de todo cristiano, pues como cristianos hemos sido adoptados por el Padre a través del sacrificio de Cristo. Estando condenados por nuestro pecado, Cristo pagó el precio de nuestra culpa en la cruz, para que pudiéramos ser perdonados, pero no solo eso, también para que ser adoptados y ser llamados hijos por Dios. Si no hemos entendido que éramos huérfanos, no hemos entendido el valor de ese sacrificio.

Las implicaciones de ser provida

El ser provida consiste en más que marchar o compartir publicaciones en redes sociales. Requiere ser las manos de Jesús en esta tierra, hacer lo que él hacía, cuidar a quien él cuidaba y amar a quienes Él amaba. Jesús amaba a los niños y nos señaló constantemente el precio que significa un niño en el Reino de los Cielos.

“La religión pura y sin mancha delante de nuestro Dios y Padre es esta: visitar a los huérfanos y a las viudas en sus aflicciones, y guardarse sin mancha del mundo.” Santiago 1:27

Como cristianos que creemos en el mensaje del evangelio, tenemos la responsabilidad de velar y servir a los huérfanos. A las personas vulnerables que sufren las injusticias de este mundo caído. Vivimos en un país lleno de injusticias y está claro que no estamos aquí para hacer justicia o vengarnos del sufrimiento que han vivido los niños, sino para servirles. Solo tenemos que ver en nuestro entorno, caminar unos pocos metros, interesarnos en alguien y encontraremos a quien necesita ayuda.

Mi oración es que cada día más personas que se hacen llamar próvida, actúen como tal. Que le demos importancia a todas las vidas por igual, porque a la luz del evangelio no hay privilegios. Él único que ha tenido privilegios ha decido dejarlos todos, venir a esta tierra y pagar el precio de nuestra vida a cambio de su sangre. Que nuestra vida refleje ese sacrificio, que cuando haya necesidad de servir al huérfano podamos ser los primeros en estar, y no llegar solos, sino en familia.

Si deseas más información de cómo servir al huérfano visita www.ach.gt o www.somosgt.com

Alejandro Pelaez

Pecador arrepentido. Padre de Caleb y esposo de Melissa. Arquitecto. Miembro de la Junta Directiva de ADEPRIC. Voluntario en ACH (Alianza Cristiana Para los Huérfanos).

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