El Matrimonio Según Dios, ¿Es Verdad?

Hace dos siglos atrás ni siquiera pensar que un matrimonio entre un hombre y un hombre fuese avalado por la sociedad como el nuevo modelo para iniciar una familia, o fuese otra opción para formar un matrimonio. Desde que el pensamiento modernista surgió en los últimos 100 años, el lema del ser humano es: nadie tiene la absoluta verdad, lo que yo creo que es verdad para mí, es mi verdad.

Es así como la evolución del pensamiento humano junto con la búsqueda de sentido y felicidad, ha crecido por la expresión individualista de la necesidad de una verdad que sostenga lo que una persona cree y desea.

Dios y Su Verdad, es entonces, una opción, una forma de agnosticismo antojadizo, que contradice lo que Dios afirma tan verazmente en Su Palabra: «Yo soy el Señor, y no hay ningún otro; fuera de mí no hay Dios», Is. 45:5. Lo que Job afirma en su propio proceso de vida: «Yo sé que tú puedes hacer todas las cosas, y que ningún propósito tuyo puede ser estorbado», Job 42:2.

¿Qué tiene que ver todo esto con el matrimonio?

¡Mucho! Porque si no creemos que Dios rige nuestro universo, y, por ende, nuestras vidas con la única Verdad que procede de Él, entonces sus criaturas, los seres humanos hechos a Su Imagen y Semejanza, se rendirán ante otro dios… ellos mismos; ante otra verdad; la propia.

Si el fundamento de nuestras vidas son nuestras emociones, pensamientos, perspectivas moldeadas por la corriente de este mundo, nos olvidaremos de Dios y nuestras sociedades lo reflejarán porque las familias dejarán de ser lo que Dios ha dicho que es: Una relación que Dios instituyó con el fin de poblar la tierra por medio de la unión de un hombre y una mujer, que administren la tierra, santifiquen sus corazones para la gloria de Dios y sean testigos de Dios ante el mundo que no le adora.

Desde que Adán y Eva (en Génesis 3) decidieron abandonar a Dios, todos los seres humanos heredaron esa inclinación que procede desde un corazón infectado de la plaga llamada: pecado. Dios no fue indoloro a esta enfermedad, sino que prometió enviar a Un mejor representante de nosotros para hacer lo que Adán no pudo hacer (obedecer a Dios por amor) que herede seres humanos nuevos —cristianos—, con una inclinación diferente que procede de un corazón nuevo y sano (Is. 53:4-5) por la obra de muerte y resurrección de Su Hijo, Jesucristo.

El matrimonio según Dios no es más que la expresión de sabiduría, propósito y amor que Dios ha dado al ser humano para cumplir Su buen plan con Su creación, aun incluyendo aquellos que lo rechazan, y que, por confiar en su inclinación malvada, se alejan más y más de Dios y Su Verdad.

Los cristianos en quienes obra el Espíritu Santo, alumbrarán con sus obras de obediencia a los hombres para que éstos glorifiquen a Dios (Mt. 5:16). Y el matrimonio entre un hombre y una mujer, no es la excepción, es una obra de obediencia que rinde gloria al único Dios real, científica e históricamente comprobable, quien se ha hecho conocer por medio de Su creación para que ésta lo reconozca y le siga.

Cristianos que están dispuestos a vivir de acuerdo a Dios, a orar porque el mundo deje su incredulidad y reconozca que Dios no se ha equivocado en cuanto a su creación. Él soberana y sabiamente ha creado al hombre con todo lo que biológicamente lo hace un hombre; y ha creado a la mujer con todo lo que biológicamente le hace mujer para que juntos se unan, procreen hijos, y éstos sean impartidos con la verdad que hay un solo Dios que gobierna (Gen 1:26-28). 

¿Qué sucede hoy?

Lo cierto es que la confusión que hoy observamos en el mundo ha llevado a sectores cristianos a tomar dos posiciones: O se alejan para no “contaminarse”; o condenan al mundo como si fuesen Dios, olvidando la Gran Comisión de proclamar el evangelio a toda criatura  en toda nación para hacer nuevas personas en Jesucristo que formen nuevas familias en Su Verdad.

Los cristianos estamos llamados a dar esperanza de nuestra fe, a defender lo que Dios ama, pero también a amar a aquellos que nos persiguen y desean todo mal contra nosotros. (1 Pe. 3:15; Mt. 5:38-44). Y lo hacemos cuando obedecemos a Dios en cómo vivimos nuestros matrimonios. La mejor apologética comienza con un estilo de vida moderado por un Señor que informa nuestro corazón día a día con el evangelio de Jesucristo, —esas Buenas Nuevas de esperanza para todo aquel que ha sido absorbido de la plaga mortífera del pecado.

La esperanza que hay en Dios

Es por fe que vivimos, es en Él que nos movemos, y es por Su gracia que nos sostenemos. Nuestros matrimonios tienen la esperanza que aun cuando todo parece agravarse a nuestro alrededor para las siguientes generaciones —que incluyen a nuestros hijos— sabemos que este no es nuestro destino final, porque Jesucristo reina.

El matrimonio según Dios es la verdad de Dios porque tiene un propósito mayor en este mundo: mostrar la relación entre Cristo, el esposo, con Su iglesia, la esposa (Ef. 5:22-33). No es un propósito centrado en el hombre sino en Dios para que Su esperanza de salvarnos eternamente sea cumplida. Mientras llega el día glorioso en que Dios nos llevará con Él, los esposos aman a sus esposas como Cristo ama a la Iglesia; las esposas se sujetan a sus esposos como la Iglesia se sujeta a Cristo. De esta relación hermosa, el mundo, por no entenderla, se mofa porque atenta contra el individualismo y la verdad única de cada uno.

Por eso la exhortación es meditar… sí, meditar. Que nos tomemos un momento en hacernos las preguntas que Dios está dispuesto a responder: ¿Eres Dios relacional o distante? ¿Es tu Verdad la única Verdad? ¿Cuál es el propósito de mi matrimonio? ¿Es el matrimonio entre un hombre biológicamente hombre, y una mujer biológicamente mujer, una verdad absoluta y buena?

Finalmente, el pasaje de Romanos 1:16-32 nos ayuda a responder estas preguntas, más aún nos ayuda a rendirnos a Dios quien tiene la Verdad absoluta sobre nuestras vidas y los matrimonios —pilar fundamental para el plan de Dios en este mundo. Sea esta reflexión un motivo de orar por este mundo, y de orar por nuestros matrimonios para que mostremos matrimonios según Dios lo dice en Su Palabra —la única Verdad.

Susana de Cano

Está casada con Sergio desde hace 24 años, tienen tres hijos y viven en la ciudad de Guatemala. Sirve junto con su esposo en Iglesia Reforma.

Escribe para Soldados de Jesucristo en las Iniciativas Femeninas, Coalición por el evangelio, y otros ministerios.

Es directora de creación de contenido del ministerio Reformadas. Actualmente está estudiando una licenciatura en Teología en Seminario Semper Reformanda, y es profesora del Seminario Teológico Centroamericano, SETECA, en Guatemala para el área del Diplomado de Consejería.

Puedes leer lo que escribe de Cristo y Su Palabra en su blog personal “ella habla Verdad” en facebook, Instagram y Medium.

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